5 de febrero de 2011

CONFESIONES DE UN ESTUDIANTE DEPRIMIDO


............Tren con destino a Murcia. 14:42 h. Voy sentado junto a un estúpido funcionario de Correos. ¿Que por qué digo que es estúpido? Porque con su asfixiante cercanía física está amenazando el sagrado cerco de mi intimidad. Porque su codo izquierdo limita con el mío más de la cuenta.Y porque debo llevar cuidado si no quiero que se percate de los vituperios que ahora mismo le estoy dedicando.
............Pero la razón de mi desdicha no se debe, sin embargo, a tan ramplón personaje, que por cierto en estos momentos duerme. No. Él, más bien, supone una excusa, de tantas, para comenzar a escribir. Por algún sitio he de empezar, ¿no?
............A las 17:00h, si nada lo remedia, entro a clase de una de las asignaturas optativas que integran el plan de estudios de la licenciatura de Periodismo. Nada nuevo bajo el sol. Ninguna motivación adicional. Nada que me emocione. Lo de siempre, vamos. Un profesor, con voz atiplada, y que sostiene posiciones ideológicas escoradas hacia la izquierda adoctrina —que no enseña— sobre lo malo que es un señor, de derechas, llamado Federico Jiménez Losantos y advierte, al personal allí congregado, sobre la necesidad de que su figura desaparezca para siempre del periodismo político. Rebato al liberticida sujeto. Me sigue el juego. Doblo la apuesta. Fin de la clase. ¿Extraigo alguna lección moral o intelectual de lo sucedido? Desgraciadamente ninguna.
............Hubo un tiempo en el que me pirraba encarnar el modelo de estudiante polémico, respondón y hereje de las corrientes intelectuales hegemónicas del momento, a la vez que odiado y denostado por los inquisidores de turno. Pero esa etapa en mi vida concluyó (al menos en lo que se refiere como alumno). Y debo decir que sólo existe algo más desalentador que la desesperación surgida cuando llega el momento de afrontar una situación adversa. Y es esa sensación de vacío que a menudo suele quedar reflejada en una ausencia permanente de estímulo que conduce al bostezo.
............La semana que viene comienzo el CAP (Certificado de Aptitud Pedagógica). Curioso mecanismo estatal para robarnos tiempo y dinero. Supuestamente ampliará mis horizontes culturales. Las narices. Ni que no supiera a estas alturas quiénes fueron Rousseau, Piaget o Sigmund Freud y su dichoso mito de Edipo.
............Se acerca el fin de semana. ¿Salgo? (de fiesta, se entiende) No sé, ya veremos.La rutina acaba con todo. Hasta con la fiebre de un sábado noche. Los mismos sitios. Las mismas caras. Todavía recuerdo la primera guiri, provista de ese aire nórdico que las hace ser tan especiales y exóticas para la vista, con la que compartí algo más que un simple hello. Tiempo de melancolías.

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